viernes, 2 de noviembre de 2007

de tanto pastar ovejas

Me dí cuenta que eres un inconsciente... y bien colectivo la verdad.

Creí que eras especial, pero para serte franca, ahora que poco, o casi nada, te recuerdo, tengo que hacer esfuerzos para apenarme aunque sea un poco al día y cada vez estoy más segura de que eres bien poco peculiar.

¿Sabes lo que pasa?

No pasa nada. Como ya no hablamos, y no nos vemos desde hace un centenar de años luz, sólo me das la posibilidad de imaginarte en tu finita cantidad de versiones repetitivas, disponibles en mi cabeza y, dependiendo de mi estado de ánimo, del día de la semana, del estado del tiempo, del chocolate que haya comido hoy, de lo que haya desayunado y mis horas de sueño, te tengo a mi disposición, con pequeñas variaciones, pero siendo bien amable contigo, eres muy vulgar.

Los lunes soleados, cuando estoy tarde de llegar, donde quiera que vaya, el típico que te retiene hasta el final con palabras tiernas y dignas de un "acepto" que tratan de permanecer contigo hasta el final, haciéndote creer que cualquier otra cosa es menos importante.

Cuando hace frío y no queda chocolate, eres tan poco original que siempre me cuentas una historia bien triste, que me provoca abrazarte fuerte y me haces creer que nada malo es posible en este momento, que todo estará mejor.

Las veces que nieva y me dan ganas de salir desnuda a correr sobre mi metro cuadrado, eres el clásico protector que prepara una taza de café o de chocolate (de ese bien espeso), la pone en frente y dice con voz indulgente: "haz lo que quieras....pero..."

Y cuando estoy concentrada, haciendo algo, generalmente los jueves, si es que he dormido mucho, no encuentras nada mejor que proponerme alguna locura, de esas rebuscadas, que te alumbran de posibilidades la vida y cuando consigues que me distraigas, dices que era una idea tonta.

En eso te la llevas las pocas veces que mi mente te trae de visita... A veces vienes sólo por unos instantes y luego te marchas... sin razón aparente... La verdad es que es tan típico que ya ni me lo cuestiono...

Cuando dejes de aparecerte y me aburra, compraré una serie de recuerdos pre-fabricados, los venden en lata, por aquí cerca... es que la gente se enfría y necesita algo de cariño para poder sentir por último el calor de la sangre circular en su interior...

Pero no creo que necesite coger de esas, tengo bastante trabajo. No hay tiempo para olvidarte...

4 comentarios:

Dany dijo...

Si esas personas se especializan en parecer indispensables, cotidianamente, vasta un día sin ellas y te sientes con un vacio extraño, molesto, pero revelador, terminas desarrollando una cierta ira y las pocas conversaciones (añoradas) se vuelven futiles o confusas, erroneas... igual de alguna forma, sigues pensando en ellas, aunque no quieras, aunque sepas que no son tan especiales. Al final esa sensación, esa rareza molesta, termina reemplazando el recuerdo de la persona, por lo cual, no sé que es lo mejor: quedarse con un olvido amargo o con un "artificioso" recuerdo armado de buenas sensaciones,a lo mejor no 100% reales, pero con su cuota de realidad y el resto de fantasía. Qué es mejor?

Carlos dijo...

me gusta, pero eso de las latas de recuerdos pre-fabricados me disgusta, se me acaba la imaginación y el texto pasa a una emoción autoritaria del narrador...como que quien narra se pone muy absoluto
...no sé bien lo que estoy escribiendo, pero es lo que siento

saludos

Alicia dijo...

Jajaja jojojojo... Pame estay media pitiá. Por eso te extraño.

Dany dijo...

oh! a la pauly la atacó un pulpo rojo asesino... :O